Literatura, una necesidad

Literatura, una necesidad

Literatura, una necesidad
Es sabido que existen sobrados ejemplos sobre la importancia de leer literatura, como también personajes que viven intensamente la literatura. Para ellos, vida y literatura son una misma cosa. La literatura debe convertirse en nuestros estudiantes en una necesidad, como la de respirar, por ejemplo. En una necesidad y avidez por la lectura como la de Juan Dahlmann; en un deber que le dará al estudiante una mejor formación como la de El Licenciado Vidriera. La literatura nos sirve para no estar solos como el personaje de “El amante del teatro”. El arte como un consuelo metafísico.
Es sabido que existen sobrados ejemplos sobre la importancia de leer literatura, como también personajes que viven intensamente la literatura. Para ellos, vida y literatura son una misma cosa. La literatura debe convertirse en nuestros estudiantes en una necesidad, como la de respirar, por ejemplo. En una necesidad y avidez por la lectura como la de Juan Dahlmann; en un deber que le dará al estudiante una mejor formación como la de El Licenciado Vidriera. La literatura nos sirve para no estar solos como el personaje de “El amante del teatro”. El arte como un consuelo metafísico.
Resumen del artículo de la Maestra Amparo Reyes producto de su conferencia ofrecida recientemente en el IV Congreso Nacional de Pedagogía Cátedra UNESCO Lectura y Escritura en Concepción, Chile.2016.
  • 29 de noviembre del 2016
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Literatura, una necesidad    

    

El espíritu libre que nos hizo salir de las cavernas ha sido atizado, estimulado por la literatura más que por ninguna otra disciplina o quehacer […]

Nada como la lectura nos hace conocer la diversidad de la vida.

                                          Mario Vargas Llosa

               

            En Pereira y Ribeiro, la eficacia de la lectura está estrechamente vinculada con el éxito académico, según el autor, el lector posee un instrumento clave para entrar en el mundo de los contenidos escolares, y precisamente, la literatura es la que contribuye al desarrollo del intelecto, ya que es uno de los medios más eficaces del desarrollo sistemático del estudiante, y además, amplía la posibilidad de enfrentar las barreras educacionales (2007).

Felipe Garrido, con su vasta experiencia sobre el tema de lectura, opina que: “Los textos literarios son los que más exigen al lector, los que nos llevan a los actos comunicativos y / o los que mejor nos ejercitan para comprender el lenguaje” (1999: 39).

[…]  “Los lectores, con una formación literaria, tienen la capacidad de comprender mejor cualquier clase de textos. Solo un buen lector de literatura será un buen lector de todo lo demás” (2005: 65).

            Grosso modo, los alumnos con un mayor nivel de lectura, los que leen por gusto libros complejos, entienden mejor lo que estudian y son capaces de escribir textos llanos y coherentes. De allí que, “las obras literarias no solo actúan sobre el intelecto, la memoria y la imaginación, sino también sobre estratos más profundos como los sentimientos” (Garrido, 1999). En la literatura, está la diversidad de la vida, los conflictos y las pasiones de los seres humanos.  La literatura es el espejo de la vida, la revelación de una sociedad, el encuentro del hombre con el mundo, cuya antítesis del retrato es la fantasía.

             Encarar  un texto literario requiere de una  alta participación  del lector que enfrenta las dificultades que lleva el uso  de la producción y recepción de textos con implicaciones estéticas, por lo que “un texto literario es un producto cultural infinitamente más complejo que un enunciado lingüístico” (Mounin, 1983:51). Por ejemplo, en el poema  A un olmo seco de Machado, las palabras nos provocan una carga de emociones. El mundo poético nos habita y viceversa;  nos transforma, vivimos  el encuentro con el hombre y con la poesía: sufrimos, amamos, sentimos […]

En la novela corta de El licenciado Vidriera de Cervantes, cuya catálisis describe no solo la bondad de los amos (corteses y liberales) sino también la soledad  de un niño de apenas 11 años que aspira honrar a su patria y a sus padres a través del estudio. Tomás Rodaja,  personaje principal de la historia, estudia Leyes, pero en lo que destaca es en las letras humanas por su “ tan felice memoria como por su entendimiento”.

En el cuento “El sur” de Jorge Luis Borges, a Juan Dahlmann la avidez por la lectura de Las  Mil y Una Noches lo lleva a tener una doble muerte: una romántica y otra épica. El lector con la imaginación tiene que resolver el fenómeno de lo fantástico.

En “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar, el lector-personaje vive intensamente la literatura. Relato que se inscribe en la fantasía pura.

En los versos de Octavio Paz: El mundo cambia/ si dos se miran y se reconocen,/ amar es denudarse de los nombres:/ “déjame ser tu puta”, son palabras/ de Eloísa, más él cedió […] El amor se revela como el centro del universo, los amantes enamorados de su semejanza.

Gabriel García Márquez, con imaginación razonada, instaura  el realismo mágico en Cien años de soledad, ella se vuelve encarnación del mito, de la utopía latinoamericana, creación del mundo y del hombre. En la novela, el universo de Macondo mágicorrealista es la esencia misma de América Latina, como Comala de Pedro Páramo. Cien años de soledad es una novela de resonancia rulfiana, pero también de intertextualidad tanto interna como externa, cuyo eje nodal es la soledad y la muerte, nostalgia de los personajes y del espacio, pertenencia de la historia de América Latina: fundación, abandono y destrucción.  En Cien años de soledad,  está  la crónica de una muerte anunciada con dimensiones trágicas: “nacer, sufrir y morir es la consigna del hombre concreto que vive preso del horror latinoamericano” y del aciago destino que le depara. En Cien años de soledad,  el mito se desvanece, pero aún quedan las esperanzas y los sueños.

En “El amante del teatro” de Carlos Fuentes, para Lorenzo O´ Shea, personaje protagonista, el sustituto de su soledad es el teatro. Él afirma que el teatro es símil de la vida, que ambos son la misma cosa: “El teatro era mi catarsis, no solo emocional, sino sexual. Toda mi energía erótica” (Fuentes, 2004: 19). Este cuento es la resonancia shakesperiana y posee un fuerte carácter metafísico. “El amante del teatro” esboza la tradición gótica decimonónica.

Por ejemplo, Meursault, quizá no es un personaje que nos alegre la vida, pero sí nos hace ver la infinita y compleja condición humana. Él es un personaje  que se va afirmando a través de la novela. Afirma su existencia  en la soledad (sin Dios, sin consuelo, sin amparo).[1] Él se abandona a sí mismo; su micro-universo es pasivo e indiferente. En El extranjero de Camus,  la verdad es premisa necesaria para la actuación ética. Meursault es héroe y mártir de la verdad. Él es condenado porque se niega a entrar al juego, se niega a mentir. Para él sus sentimientos son sagrados.

Es sabido que existen sobrados ejemplos sobre la importancia de leer  literatura, como también personajes que viven intensamente la literatura. Para ellos, vida y literatura son una misma cosa. La literatura debe convertirse en nuestros estudiantes  en una necesidad, como la de respirar, por ejemplo. En una necesidad  y avidez por la lectura como la de Juan Dahlmann; en un  deber que le  dará al estudiante una mejor formación  como la de El Licenciado Vidriera.

La literatura nos sirve para no estar solos como el personaje  de “El amante del teatro”. El arte como un consuelo metafísico.

Volpi, en su  ensayo Leer la mente, señala que una novela es un campo de pruebas emocional: si Platón ordenó expulsar a los poetas de su República, era para evitar a los ciudadanos este torbellino interior que  terminaría por distraerlos de sus ordenadas labores cotidianas. Platón no entendía- o, perversamente, lo entendía muy bien- que las emociones provocadas por la ficción (o la poesía) no enseñan a ser auténticamente humanos (2011: 130). [2]

A modo de colofón, en cortas líneas, se puede  argüir que para Sartre, la razón dialéctica conciencia y mundo deben estar juntas y para darle objetividad al mundo, la conciencia posee dos actos: percepción e imaginación.[3] Por ejemplo, Cervantes en El quijote opta por la imaginación, cuya tesis irrealizante, no trabaja con objetos reales, sino con imágenes, con la producción del espíritu: la creación. De allí que, en El Quijote la palabra es clave para la creación literaria. Cervantes presenta el plano de la literatura como eje nodal de una nueva realidad o multiplicidad de realidades. La conciencia no tiene espacio ni tiempo. El mundo existe y tiene significado gracias a la imaginación, hipótesis que muestra  a la literatura  más cerca de la conciencia, de la realidad.

                      […] podemos comprender por qué los artistas han defendido con tanto énfasis la autonomía de la ficción. Si tantos  de ellos han estado dispuestos a arriesgar sus vidas por una novela o un relato  (o un poema), es porque en las novelas y en los relatos (y en los poemas) se cifra una de las mayores conquistas de nuestra especie: la posibilidad de experimentar en carne propia, sin ningún límite, todas las variedades de la experiencia humana. La libertad de la ficción es siempre la medida de nuestra libertad individual (Volpi: 2011: 130).

      Nota:

   Una parte del texto fue presentado como ponencia en el IV Congreso Nacional de Pedagogía Cátedra UNESCO Lectura y Escritura en Concepción, Chile.2016.

      Amparo Reyes Velázquez.

   Referencias

Cu, J. (1983). Poesía mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Ciudad de México,  México: UNAM.

Camus, A. (1988). El extranjero. Ciudad de México, México: Alianza Editorial.

Fuentes, C. (2004). Inquieta compañía. Ciudad de México, México: Alfaguara.

García, M. G. (1992). Cien años de soledad (20ª ed). Bogotá, Colombia: La Oveja Negra.

Garrido, F. (1999). El buen lector se hace, no nace. Ciudad de México, México: Ariel.

Garrido, F. (2005). La necesidad de entender. Ciudad de México,  México: Norma.

Machado, A. (s.f). A un olmo seco. Recuperado de http://www.poemas-del-alma.com/a-un-olmo-seco.htm

Moreiro, J. (2004). Cómo leer textos literarios. Madrid, España: Edaf.

Muonin, G. (1971). Historia de la lingüística, desde los orígenes al siglo XX. España, Madrid: Gredos.

Pereira y Ribeiro (2007). VI Taller latinoamericana de la red para la transformación de la formación docente en lenguaje, y I Coloquio latinoamericano de didáctica del Español como lengua materna, las lenguas extranjeras y la Literatura. Recuperado de http://encuentrolenguaje.univalle.edu.co/RESUMEN_PONENCIAS_MESAS_DE_TRABAJO.pdf

Volpi, J. (2011). Leer la mente. Ciudad de México, México: Alfaguara.

[1] El ser precede a la esencia. El existencialismo tiene una preocupación por la condición humana. Es una corriente de pensamiento de  dimensiones trágicas que toma conciencia del horror: sufrir/vivir.

Notas tomadas en el  curso del Existencialismo impartido por el Mtro. Fidel A. Flores Quiroz, 2016.

[2]  Leer una novela, es decir, convertir ciertos signos en un personaje, y el personaje en una persona, es una actividad que se aprende y refina con el tiempo tras leer cientos o miles de novelas o, enloquecidamente, una misma- ésta ( Volpi, 2011: 129).

[3]  Percepción: tesis realizante se aboca a los objetos reales. Provienen del error. Yo objetivo el mundo gracias a la imaginación. La creación e imaginación es la libertad que nos permite considerar el mundo.

Apuntes tomados en el Seminario del Existencialismo, impartido por el Mtro. Fidel A. Florez Quiroz, 2016.